lunes, 13 de abril de 2009

COLOMBIA HACIA LA SENDA DEL DRAGÓN


Gustavo A. Cardozo

Introducción

Colombia ha estado sujeta a lazos políticos y militares con Estados Unidos (EE.UU.) por años. Diversos enfoques se plasmaron sobre la situación actual del país y su interacción con los principales actores visibles. Para algunos analistas latinoamericanos, la realidad colombiana ha “escapado” momentáneamente al fenómeno de la Nueva Integración Sudamericana impulsada por el eje Caracas-Bs.As.–Brasilia. No obstante, las variables políticas y económicas de una subregión en proceso de transición ideológica, sumada a la irrupción continental de China (R.P.Ch), han creado un ambiente susceptible de modificaciones.

Mas allá de los respectivos intereses nacionales y de las lógicas contradicciones en torno a la política internacional, Colombia no parece haber determinado estratégicamente como situarse en el actual escenario. Esta realidad debe comprenderse desde la perspectiva que la Administración Uribe convive con Estados “ideológicamente” heterogéneos, algunos de ellos contrarios a su modus operandi en la lucha contra el narcotráfico. Gobiernos como el de Brasil han expresado discrepancia con las estrategias de seguridad que puedan provocar una escalada de violencia en la zona amazónica, fundamentalmente si EE.UU. esta involucrado. Sentir la presencia norteamericana genera tendencias anti-intervencionistas y ha liberado, en casos como el venezolano, políticas antagónicas.

El actual entorno nos permite encontrar las razones interpretativas sobre las orientaciones y los condicionamientos externos que han creado un espacio propicio para que un país, la R.P.Ch, emerja como sostén de la estabilidad latinoamericana. Sin embargo, esto no ha supuesto que Colombia ubique a China como una prioridad en la esfera política. Sectores gubernamentales afirman que los contactos bilaterales son históricos y afectivos, aunque sin profundidad, motivo de la dependencia con los Estados Unidos.

Bogotá es consciente que la “carta china” puede transformarse en el principio de una relación que conlleve a menor dependencia de Washington. La firme presencia de Beijing en Sudamérica ha puesto en alerta a la diplomacia colombiana, la cual se debate si esta situación será un desafío para su futuro progreso, observando que los conflictos por zonas de influencia son factibles como la formación de acuerdos, y tomando como ejemplo los intentos del mandatario George W. Bush por dificultar la expansión china en el Tercer Mundo. Si bien es evidente las oportunidades de fundar intereses recíprocos con China, será significativo observar si Colombia desea aprovecharlas.

Este trabajo tiene por finalidad realizar una mirada a la política regional de Colombia, abordando los efectos de la misma frente al creciente vinculo sino-latinoamericano. Se trata de analizar la situación y apreciar con datos los efectos reales y las previsiones del impacto chino en esta economía sudamericana, resaltando la importancia real que hay en esta relación.

Colombia y China: una amplia mirada

Colombia ha desempeñado un rol particularmente complejo y poco usual en el “equilibrio” latinoamericano. Es así en razón de la dinámica presencia norteamericana en dicho territorio, situación que ha limitado el accionar político-regional impulsado por el gobierno de turno. El especialista internacional Dr. Adramca, se refiere al respecto: “Estados Unidos siempre ha sido, de alguna forma, un elemento influyente en el desarrollo político, social y económico de Colombia. Nuestro país se ve afectado, de una u otra forma, por las políticas, acciones y decisiones de los Estados Unidos” (1). En una época en la que han vuelto a soplar corrientes ideológicas análogas a la de la Guerra Fría, Colombia explora nuevas perspectivas multilaterales.

Varios hechos de orden general se exhiben en el horizonte colombiano. Sudamérica es testigo de una ascendiente presencia económica y financiera de la R.P.Ch. El gigante asiático irrumpe como uno de los vitales componentes comerciales de la diversidad económica del subcontinente. En términos monetarios, las inversiones chinas infunden “proyección” financiera al área, apostando a la apertura de mercados y a la asociación como instrumento de crecimiento político. Un dato preciso de ello, son las palabras del experto en China, Sergio Cesarin: “Desde la tradicional concepción china de las relaciones interestatales, los países latinoamericanos forman parte del mundo en desarrollo, comparten una historia común en el marco del no alineamiento durante la guerra fría y mantienen aspiraciones autonómicas respecto a los poderes rectores del orden mundial” (2).

Esta clase de examen nos permite diagramar dos premisas subyacentes usuales a muchas visiones occidentales de las relaciones sino-colombianas. La primera funda el vínculo en conveniencias mutuas de carácter coyuntural: en la medida que Beijing proporcione a Bogota ventajas económicas-financieras, constituyéndose este último país en un socio favorable de la política china en la región. La segunda premisa transforma el progreso de las relaciones bilaterales en una función directa del “desafío” chino en áreas de influencia norteamericana.

De estos hechos se induce una “proximidad” en aumento de los vínculos, citándose acuerdos, sobre todo en el periodo reciente. El Embajador de Colombia en China, Dr. Guillermo Ricardo Vélez, afirma: ”Ante todo, me parece muy importante abordar las relaciones diplomáticas chino-colombianas ahora,..en todos los organismos de Naciones Unidas, por coincidencias alfabéticas, estamos uno al lado del otro, así como en reuniones bilaterales y multilaterales. Y nosotros generalmente votamos a favor de las posiciones de China en temas de la ONU y el Consejo de Seguridad” (3). En consecuencia, Bogota ha propuesto la alianza estratégica para que empresas chinas se establezcan en el país, disfrutando de la posición geográfica colombiana y del Acuerdo de Libre Comercio -en progreso- con Washington.

Si bien es evidente la dependencia sistémica de numerosas naciones del continente, como Colombia, con relación a Estados Unidos, esto parece no haber limitado el progreso de una conexión sostenida de alta intensidad con China. La Dra. Isabel Cristina Correa Abello, agrega: “Durante diferentes épocas en los sistemas mundiales los cambios han permitido que ciertos países con altas facultades de adaptabilidad logren posicionarse en algunos ámbitos a escala internacional, estas situaciones han hecho que exista un abismo entre aquellos desarrollados, y los que se encuentran en vía de desarrollo” (4). La política de desarrollo se halla en el centro de la actuación exterior de China. Constituye la mejor carta de presentación, dado que refleja su identidad como protagonista y socio mundial que interviene para fomentar sus valores, basados en consolidar la cooperación, apoyar el desarrollo sostenible y promover una mayor autonomía a Latinoamérica.

Por otro lado, la perseverante intimidación de la Administración Bush sobre algunos países de la región, ha puesto bajo presión los dispositivos de coordinación multilateral, sumado a las actuales diferencias intra-bloque. Asimismo, el MERCOSUR, contrario a las propuestas de liberalización comercial norteamericanas, ha sido una herramienta de “lobby” que no ha pasado desapercibida, asumiendo los nuevos acercamientos de Argentina y Brasil a China. A su vez, las “nuevas variables” crearon situaciones propicias en las cuales Colombia y China optimizaron el diálogo institucional.

Siguiendo la línea de análisis, el gobierno de Álvaro Uribe mantuvo al máximo las relaciones diplomáticas con China desde un sentido protocolario y de reuniones de alto nivel. Colombia desarrolló documentos para alzar la colaboración en áreas prioritarias; cooperación científica-tecnológica, telecomunicaciones, economía, energía, petroquímicos, industria ligera, y de electrónica; respondiendo a los reclamos de aquellos sectores intransigentes con respecto al dinámico vinculo con Washington. La visita de Estado a Beijing, coincidiendo con los 25 años de establecimiento de las relaciones diplomáticas, así lo demuestran. En su gira el mandatario colombiano expondría: “Colombia quiere avanzar en la integración económica con los países vecinos y los de otros continentes. Asia es prioritaria, y el liderazgo chino es fundamental” (5).

Al observar detalladamente la política exterior colombiana se puede corroborar discrepancias entre los sectores empresarios y el gobierno; específicamente sobre los mecanismos implementados en la firma de TLC. Asimismo, la nueva estructura del poder internacional post 11-S (política unilateral norteamericana) y las continuas divergencias en los bloques regionales (MERCOSUR-ALADI), agudizaron los mecanismos de toma de decisiones, desencadenado altibajos en los vínculos bilaterales. Este nuevo escenario comprendió un cambio de estrategia en todos los ámbitos y niveles de la diplomacia nacional, no solo en ALC, sino en Asia-Pacifico y en especial sobre China.



El desafío correspondió ser en tal caso la búsqueda de nuevas respuestas a los diversos retos que incluían (e incluyen), tópicos como integración y autonomía. Es decir, aun cuando Bogota no obtuviese objetivos amplios a corto plazo, este paso sería un logro considerable para fortalecer su capacidad de negociación, especialmente frente a los nuevos actores extra-regionales: China e India. Sin embargo, como lo anuncia Lina Paola Milián Miranda, analista de la Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Colombia los progresos han sido escasazos: “Colombia puede ver a China como un mayor socio comercial y un apoyo político, para lo cual hace falta una política de acercamiento por parte del gobierno colombiano, que identifique las oportunidades que puede brindar China al país derivadas de la conjunción de intereses de los dos países” (6).

La Nueva Tendencia: Chiku Nailao

La economía colombiana experimentó una expansión en promedio superior a la de los últimos años, aunque no en los niveles advertidos en Venezuela y Argentina. En efecto, debido a la tasa de crecimiento y al proceso de reconversión productiva se acrecentaron los requerimientos de infraestructura y energía, los que, junto al notable incremento de la demanda de alimentos representaron un activo fundamento para afianzar las relaciones con los países importadores de commodities, especialmente las economías asiáticas. Según la analista Lourdes Casanova: “La aparición de nuevos actores asiáticos en el comercio mundial es en parte responsable del excelente crecimiento del Producto Interior Bruto de América Latina en los dos últimos años (6% en el 2004 y 4,3% en el 2005), los más altos de los últimos 25 años” (7).

Esta realidad ha logrado reflejar los niveles de definición y orientación política-comercial entre China y los países Sudamericanos. Es aquí donde el planeamiento global del desarrollo económico latinoamericano evidencia una transformación substancial, presuponiendo una reestructuración en lugar de un cambio extremo del mismo. El economista Jefe y Director adjunto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Javier Santiso subraya: “Hasta los 80, el principal sostén (comercial) fue Estados Unidos; en los 90 surgió un segundo pilar (financiero): las inversiones directas masivas de los europeos y españoles en particular; ahora se estructura un tercer punto de apoyo (asiático)” (8).

Datos oficiales del gobierno chino hacen referencia que siete países de la región representan cerca del 95% de las importaciones latinoamericanas; Brasil, Argentina, Chile, México, Perú, República Bolivariana de Venezuela y Costa Rica (9). Por su parte, Bogota ha interpretando por la realidad de los hechos que China será un socio protagónico en las próximas décadas. Actualmente, Colombia no ha logrado insertar variedad de productos, siendo que Beijing se ha transformado en el tercer abastecedor de manufacturas a dicho mercado, solo superado por EE.UU. y México.

Según informes de la Escuela de Negocios de la Universidad Sergio Arboleda de Bogota, sobre la realidad económica de Colombia; se observa que el país mantiene enlaces de tipo “primario” en la cadena productiva que no han habilitado amplios márgenes de competitividad a la industria nacional (10). Diversos sectores están a favor del libre comercio, la globalización, pero no son menos los que se expresan contrarios a esta realidad. Para el año 2006, empresas colombianas lograron márgenes de ganancias por un 180% más con respecto al año anterior, accediendo particularmente a buena parte de los mercados internacionales: Estados Unidos, China, Japón, Corea, CAN (Bolivia, Ecuador, Perú) Grupo de los Tres, G-3 (México, Venezuela), MERCOSUR, Colombia – Chile, Colombia – CARICOM, SGP-ANDINO (Unión Europea) (11).

Durante el primer semestre de 2007, la dinámica de Colombia en el campo de la diplomacia económica asumió una nueva perspectiva, con importantes modificaciones tanto políticas como comerciales con Beijing. Los resultados previstos en la actualidad insinúan una apertura levemente flexible a las importaciones de manufacturas chinas, incluyendo a la inversión en sectores específicos. La balanza comercial no ha logrado revertir la situación deficitaria con China; la tasa promedio anual de importación ronda el 31%, mientras que las exportaciones se distribuyen en 46 partidas arancelarias, ubicando productos derivados de minerales ferrosos y commodities específicos: cueros, pieles.

En términos de volumen comercial, se subraya que el desarrollo de las exportaciones no significó diversificación de productos, los mismos continúan siendo de bajo valor agregado. Por otra parte, sectores textiles colombianos acusan gran sensibilidad frente al ingreso de las importaciones provenientes de China y Hong Kong (12). A diferencia de los países de la ASEAN, las economías latinoamericanas no maduraron hacia una marcada especialización del mercado chino, tanto en el ámbito de productos primarios como de manufacturas. Economías como Malasia, Indonesia y Tailandia han logrado innovar su canasta exportadora de manera muy marcada en la década de los 90. Miguel Pinedo Vidal, vicepresidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado de Colombia, reveló a la Agencia de noticias Xinhua: “Hemos tenido desde luego la enorme competencia en algunos sectores de nuestra economía, como por ejemplo los textiles y el calzado, por parte de la eficientísima producción de China" (13).

Asimismo, esferas del gobierno colombiano manifiestan que el ámbito productivo nacional ha obtenido un efecto real y efectivo de la competencia china, motivo de una mejora en los canales de negociación y en las actividades operativas con dicho mercado. Se podría afirmar que aquellas economías con menor exportación de materias primas y con sectores productivos más desarrollados han sido más vulnerables al acceso del mercado chino, mientras que aquellos países con un sector industrializado más pequeño y una estructura de exportación orientada hacia la venta de materias primas, se han beneficiado en este nuevo vínculo económico. Colombia, por su parte, vendió durante el periodo 2004-06, 236 millones de USD aumentando cerca del 72.13% el comercio con el gigante asiático.

Previsiblemente de Jure y de Facto, Colombia busque mayores compromisos con China en el contexto del regionalismo abierto, propiciando una convergencia de las políticas de ambas partes en torno a temas como: comercio, inversión e intercambios funcionales. Ricardo Mosquera Mesa, economista y Ex Rector Universidades Surcolombia y Nacional de Colombia, puntualiza: ”El tema de la política hacia fuera en Colombia ha estado sujeta a improvisación..la política hacia fuera de Colombia sigue pendiente de un diseño” (14). En esa dirección puede interpretarse como se han posicionado las relaciones sino-colombianas en los últimos años.

Beijing o Washington: Las inversiones chinas en Colombia

En los últimos años ALC percibió más de 40.000 millones de dólares en inversión, estimando un aumento del 50% respecto de otros años. La estrategia de adaptación a la apertura global ha sido compensada por políticas estructurales orientadas hacia los flujos de inversión y de ingresos (15). En el caso de Colombia, el país se halla en una posición primaria como receptor de IED a nivel regional; siendo sus manufacturas y el sector financiero los más beneficiados, absorbiendo un total del 21% de las mismas.

Como han destacado diversas investigaciones, parte del flujo de IED que llega a Latinoamérica se debe –en medida- al acelerado crecimiento industrial chino, motivando una “nueva apertura” hacia los países del continente. La totalidad de los indicadores confirma un marco estratégico de operación en el cual la apertura inversionista tiene por finalidad asistir a nuevos mercados a través de la manufacturas locales, sobre todo en aquellas firmas chinas en que la demanda interna se encuentra saturada, provocando exceso de productividad.



Este cambio de modelo fue asumido por el PCCh luego del X Plan Quinquenal 2000–2005, donde se fomentó a las empresas estatales a buscar nichos de mercados en regiones estratégicas de África y América Latina, con el fin de garantizar el acceso a materias primas y fuentes de energía. Visto desde un plano más general, esta visión facilita la interpretación sobre como interactúan el comercio y la IED bajo un mismo proceso de reubicación a través de las fronteras nacionales. El aumento sostenido de las inversiones, los beneficios derivados de la expansión de las exportaciones, facilitan un desconocido piso de oportunidades para que economías como la de China y Colombia interactúen.

Como se ha mencionado, entre los aspectos que determinan la inversión en el extranjero la búsqueda de algún tipo de ventaja suele desempeñar un papel importante. En el caso de las empresas transnacionales chinas, los flujos financieros representan solo el 0,45% de la IED internacional y el 0,48% de las ganancias mundiales. Sin embargo, siguiendo la experiencia de Corea con los chaebol, los capitales chinos se posicionan estratégicamente mediante actividades de joint ventures y adquisición de compañías con gran nivel tecnológico, conocimiento de mercado y productos. Un estudio realizado por la analista Marísa Connelly, durante el año 2005, determinó que las corporaciones chinas (no financieras) obtuvieron dividendos superiores a los 33.200 millones de dólares (16).

Dadas estas condiciones, Bogota se ha manifestado a favor de ampliar los vínculos con Beijing dentro de esta dinámica socio inversionista y tecnológica, sobre todo en la explotación de hidrocarburos. Ambas partes trabajan en el desarrollo de un oleoducto sobre el puerto colombiano de Tribugal; (con participación de Venezuela) para exportar petróleo al Pacifico Asiático. Empresas colombianas buscan ampliar los márgenes de inserción en las cadenas de producción de manufacturas de Asia, promoviendo reciprocidad inversionista con China. La expansión comercial manufacturera, cerca del 60%, ha sido el principal detonante de este progreso comercial.

La inversión científica-tecnológica de compañías chinas como Huawei y ZTE Corporation, en telefonía móvil y telecomunicaciones, cosechó una considerable expansión de los negocios, manifestando claramente el inicio de una integración que va más allá de lo comercial y de lo diplomático-político. En los próximos años se aguarda una evolución significativa de la IED china en la región, especialmente en áreas relacionadas con la elaboración de alimentos, energía y minería.

El resultado de esta estrategia puede apreciarse en la participación de las filiales de empresas chinas en las exportaciones latinoamericanas. De similar forma, Colombia acusa al igual que otros mercados, escasa complementariedad empresarial intrasectorial con países de Asia, entre ellos China. El embajador chino en Colombia, Wu Changsheng manifiesta: “El patrón de desarrollo “en cuna”, esto es, la secuenciación del proceso de industrialización entre economías esta como principal motivo de las causas del bajo nivel de IED asiática, incluida la china, en Latinoamérica” (17).

Mas allá de lo expuesto, la tendencia de inversión china hacia mercados foráneos ya se ha comenzado a divisar de modo manifiesto en algunas zonas de Colombia; su proyección a futuro hace pensar este suceso como algo frecuente y de grandes magnitudes. China no solo se ha convertido en el principal receptor de IED, también su tendencia comercial se ha enfocado hacia regiones menos desarrolladas, forjando bases progresivas y abriendo desconocidas perspectivas de oportunidades de nuevos negocios para países como Colombia.

Conclusión

Colombia debe asumir una dinámica de mayor protagonismo en Asia, y en especial en el vinculo con la R.P.Ch en esta década en la cual el mundo mira hacia el Pacifico. El Gobierno del presidente Uribe parece haber interpretado esta situación al asumir un nuevo esquema de política exterior, en donde la fase externa de la economía colombiana, busca llevar a cabo tratados comerciales con India, Japón, Corea del Sur, y Beijing.

No obstante, sectores empresarios siguen aludiendo a la discrepancia entre un diálogo político exitoso y el desarrollo poco satisfactorio de las relaciones económicas. Los obstáculos concretos a nivel comercial, así como los intereses muy dispares entre los Estados de ALC, han impedido trasladar el balance positivo del ámbito político a las relaciones económicas. Bogota necesita profundizar el “Guanxi” para extender sus negocios con China. ¿Está dispuesto Colombia a enfrentar el desafío?.

Notas:

1 Adramca, A: “ Colombia y los Estados Unidos; Nuevos enfoques en nuestras relaciones con el norte”. Sitio Web: www.Eltiempo.com, Blog. Año 2006.

2 Cesarin, Sergio: “La seducción combinada: China e India en América Latina y el Caribe?. Workin Paper. CAEI, Bs.As. Año 2007.

3 China Hoy – CRI. China-Colombia: Confianza mutua multiplicada. 2007-03-07.

4 Correa Abello Isabel Cristina. “ Acuerdo Bilateral Colombia-China”. M E R C A T U R A Revista Virtual Facultad Ciencias Empresariales UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA MEDELLÍN. Año 2005.
5 Documentos: PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA. Bogotá. Martes, 3 de Julio de 2006

6 Lina Paola Milián Miranda: China “Una oportunidad estratégica en materia económica y política para Colombia”. Facultad de Relaciones Internacionales, Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Diciembre de 2004.

7 Casanova, Lourdes: “LA INVERSIÓN DE CHINA E INDIA EN EL CONTINENTE LATINOAMERICANO”. INSEAD. Año 2006.

8 Santiso, Javier; “Latinoamérica se vuelve a China”. Foreings Policy; Edición en Español. Junio 2007.

9 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe, Tendencias 2005.

10 Vacca, María Ángela: “A equilibrar la Balanza”. Comercio Colombia-China. Universidad Sergio Arboleda. Año 2005.

11 COLOMBIA QUIERE AMPLIAR RELACIONES COMERCIALES CON CHINA. Bogotá, 4 abr. (SNE).

12 Lin, Justin Yifu (2004), “The People´s Republic of China´s future development and economic relationswith Asia and Latin America”, documento presentado en 2004 LAEBA Annual Conference: The Emergence of China: Challenges and Opportunities for Latin America and Asia, Latin America/Caribbean and Asia/Pacific Economics and Business Association (LAEBA) (Beijing, 3 y 4 de diciembre).

13 Colombia busca TLC con China. BOGOTA, 22 jun (Xinhua).

14 Mosquera Mesa, Ricardo: “Colombia: Política hacia fuera”. Sociedad Geográfica de Colombia, Academia de Ciencias Geográficas. 2005.

15 Cesarin Sergio y Moneta Carlos: “ CHINA perspectivas del presente, desafíos del futuro”. EDUNTREF. Año 2002.

16 Connelly, Marisela: “China and Latin America: The Economic Dimensión”. En Multiregionalsm And Multilateralism. Asia-European relations in a Global Context. Editedby Sebastian Bersick, Win Stkhof and Paul van der Velde. AMSTERDAM UNIVERSITY PRESS. Año 2006.

17 Agencia de noticias Xinhua. Año 2006.

Bibliografía

- Adramca, A: “ Colombia y los Estados Unidos; Nuevos enfoques en nuestras relaciones con el norte”. Sitio Web: www.Eltiempo.com, Blog. Año 2006.

- Agencia de noticias Xinhua. Año 2006.

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