Carlos Malamud y Carlota García Encina
El pasado mes de septiembre, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, visitó por última vez América Latina en el lapso de pocos meses. Tras asistir a la 62 Asamblea General de la ONU, pasó por Venezuela, donde firmó tres convenios de cooperación en el terreno energético, industrial y de entendimiento mutuo. Después de Caracas, Ahmadineyad viajó a Bolivia en un avión venezolano. En La Paz permaneció unas horas para reunirse con el presidente Evo Morales y establecer relaciones diplomáticas entre ambos países. Era la tercera vez que Ahmadineyad visitaba la región desde su elección hace dos años atrás y siempre de la mano del presidente Chávez.
Era un paso más en la construcción de relaciones sólidas entre Irán y algunos países latinoamericanos, de ahí la pregunta de qué busca Irán en América Latina. El acercamiento iraní a América Latina, especialmente en los dos últimos años, busca nuevos aliados diplomáticos que le permitan aumentar su reconocimiento internacional en tanto potencia regional y romper el aislamiento internacional al que está sometido por su programa de enriquecimiento de uranio y el temor internacional ante su intento de construir el arma atómica. Es evidente que en la apuesta iraní por América Latina también hay elementos económicos y no se deben olvidar algunas cuestiones de política interna. Ahmadineyad ha elegido el mejor momento para impulsar esta línea política, ya que sus planteamientos encuentran eco, respaldo y comprensión en unos dirigentes regionales contrarios a EEUU y a la hegemonía de Occidente. A esto se suma otro hecho importante, el valor más que simbólico de tener como potenciales aliados a unos países muy cercanos a EEUU. Así puede contestar la influencia de Washington en su patio trasero, mientras la atención norteamericana se centra en otras zonas del planeta.
En numerosas ocasiones, altos cargos políticos iraníes han dejado claros sus objetivos para profundizar sus relaciones con ciertos países latinoamericanos. En septiembre de 2007, el viceministro de Orientación Islámica para Asuntos Cinematográficos, Mohammad Reza Yaafari Yelve, dijo: “La ampliación y profundización de las relaciones culturales de países como Irán y Venezuela, que tienen un rico acervo cultural y una historia antigua, es la manera más efectiva de enfrentarse a la actuales agresiones de EEUU”. Pese a que no se parte de una misma identidad religiosa, sus impulsores tienen claro que la lucha iraní contra la hegemonía estadounidense debe extenderse a todos los campos (cultura, educación, economía, defensa o política), un terreno donde la complicidad de Venezuela es esencial.
Los datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) ponen de relieve los endebles lazos comerciales que vinculan a ambas partes. América Latina está prácticamente ausente del comercio exterior iraní. Según la OMC, en 2005 Irán exportó 56.252 millones de dólares en mercancías. El 90,3% corresponde a “combustibles y minerales” y el principal destino es Japón (28,4%), seguido de la UE (20,9%) y Taiwán (10,2%). Irán importa 38.238 millones de dólares en mercancías, el 80% manufacturas de la UE (41,1%), Emiratos Árabes Unidos (18,8%) y China (6,1%). Algo similar se puede decir de la inversión extranjera directa (IED), aunque algunos de los convenios recientes, especialmente con Venezuela, buscan aumentar la inversión productiva, y no sólo en el sector energético. De todos modos, pese a su modestia, no se pueden dejar de lado las cuestiones económicas en este acercamiento iraní a América Latina.
Los viajes de Ahmadineyad han dado sus frutos y cumplido algunos de sus objetivos. De este modo ha sumado apoyos a su programa nuclear, ha aumentado su círculo de amigos y ha adquirido un mayor protagonismo en la OPEP. En septiembre de 2005, en una reunión de la Junta de Gobernadores del OIEA, Venezuela fue el único país que votó contra la resolución que permitía remitir el programa nuclear iraní al Consejo de Seguridad. En febrero siguiente, una nueva resolución de la Junta de Gobernadores que envió de facto el dossier iraní al Consejo de Seguridad, fue votada en contra por Venezuela, Cuba y Siria. Cuba, que estaba organizando la Cumbre del Movimiento de los Países No Alineados (MPNA), se sumaba a Venezuela en su apoyo activo a las políticas iraníes de desarrollo nuclear y enfrentamiento a la ONU.
Tras la Cumbre de La Habana del MPNA, en septiembre de 2006, altas autoridades cubanas y venezolanas subrayaron su apoyo y el del MPNA a Irán. La afirmación es delicada, ya que entre los no alineados, junto a Venezuela, Cuba e Irán, hay otros países latinoamericanos como Colombia, Chile, Perú y Panamá, con una postura diferente, aunque gracias a la labor cubana, la declaración final de la Cumbre reafirma “el derecho fundamental e inalienable de todos los Estados a desarrollar la investigación, producción y utilización de la energía nuclear con fines pacíficos”, pero también exhorta “a Irán a continuar cooperando con el OIEA, con carácter urgente y de manera activa y plena”. El apoyo del MPNA es más matizado y tiene algunas diferencias al de Venezuela y Cuba y, más recientemente, al de Nicaragua y Bolivia.
Además de los viajes de Ahmadineyad a Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, éste ha recibido en Teherán a varios presidentes latinoamericanos de manera individual y colectiva. En febrero de 2007 el Gobierno iraní organizó en el Instituto de Estudios Políticos Internacionales del Ministerio de Asuntos Exteriores, la primera Conferencia Internacional sobre América Latina: “Desarrollo en América Latina: su papel y su estatus en el futuro sistema internacional”. Según las notas de prensa, participaron parlamentarios de Argentina, Colombia, Venezuela, Cuba, Brasil, Uruguay, Ecuador, Italia, Rusia y China, aunque se desconoce el contenido de las reuniones y sus conclusiones. Cuatro meses más tarde, en junio, se celebró el primer Congreso Internacional de Literatura Latinoamericana en Teherán e Isfahan, para reforzar el propósito iraní de extender lazos a todos los ámbitos latinoamericanos posibles. Desde esta perspectiva, el frente diplomático es esencial. Por eso, otra forma del acercamiento iraní a América Latina es la reapertura de embajadas en Chile, Colombia, Ecuador, Nicaragua y Uruguay y el establecimiento de relaciones (con la apertura de nueva sede) con Bolivia. A comienzos de 2007, Irán ya tenía embajadas en Cuba, Venezuela, México, Brasil y Argentina. También se ha inaugurado una línea aérea entre Teherán y Caracas, vía Damasco, para mejorar las comunicaciones entre ambos lados.
Venezuela
Las relaciones entre América Latina e Irán se centran en la relación estrecha entre Ahmadineyad y su “hermano” Hugo Chávez. Caracas y Teherán, por diferentes motivos, buscan debilitar a EEUU. Con este objetivo el presidente Chávez ha mostrado pública y reiteradamente su interés por impulsar la tecnología nuclear para usos pacíficos, como hizo en ocasión de su último viaje a Irán. Tras su ingreso en Mercosur llegó a apoyar el desarrollo de un programa de energía nuclear en la región, aunque los rumores sobre la búsqueda de acuerdos nucleares con Brasil o Argentina nunca se materializaron. Pese a la repercusión que la noticia tuvo en medios parlamentarios de EEUU, la posibilidad de que Venezuela desarrolle en el medio plazo un programa nuclear y que se transforme en una potencial amenaza para los EEUU es remota, y por eso no sería conveniente que el tema incidiera en la agenda de las relaciones entre EEUU y América Latina.
La agenda antiamericana de Chávez, de por sí de gran ayuda para los dirigentes iraníes, también les ha permitido acceder a Daniel Ortega, Evo Morales y Rafael Correa, los aliados de Venezuela. Desde que Chávez accedió al poder comenzó a cortejar a las autoridades iraníes y en mayo de 2001 visitó Teherán por primera vez. Entonces firmó un Memorando de Entendimiento, que un año después propició el establecimiento de una comisión mixta de alto nivel para la cooperación bilateral en materia política, económica, científica, tecnológica y cultural. Desde entonces, ha trascendido la firma de innumerables acuerdos y memorandos de entendimiento en prácticamente todos los sectores. Las relaciones entre ambos países se han intensificado desde 2005 con la llegada de Ahmadineyad. El presidente Chávez estuvo por última vez en Teherán el pasado19 de noviembre, en una estancia de cinco horas. Era la undécima vez que Chávez y Ahmadineyad se veían, la cuarta visita de Chávez a Irán en dos años y su sexta visita oficial a ese país desde que asumió la presidencia en 1999.
Chávez cambió el nombre de una de las principales avenidas de Caracas por “Avenida de Teherán”. Ambos mandatarios tienen mucho en común (una encendida retórica y un vigoroso talento oratorio), se admiran profundamente y califican al otro como “campeón contra el imperialismo”. No es extraño que sus declaraciones conjuntas reiteren el “compromiso de luchar y promover acciones políticas en contra del imperialismo, en aras de garantizar un mayor equilibrio y democratización de las relaciones internacionales, bajo los principios de justicia, equidad, solidaridad y bienestar de los pueblos del mundo”. Les gustan los grandes titulares. En julio de 2007 se anunció con mucha pompa el establecimiento de un fondo estratégico binacional de 2.000 millones de dólares. En los últimos dos años, se han firmado más de 150 acuerdos y convenios por un valor superior a los 20.000 millones de dólares, que afectan a la siderurgia, la minería, la construcción, la industria petroquímica y farmacéutica, la automoción, el sector agrícola y la industria petrolera. En la mayoría de las áreas la cooperación busca crear empresas mixtas y formar trabajadores. Sin embargo, la materialización de todos los acuerdos es difícil de certificar, ya que algunas de las iniciativas, pocas, se han cumplido, otras están en vías de ejecución y la mayoría no ha pasado de lo estipulado en los papeles. En este sentido, la relación de Chávez con Irán no difiere de la que mantiene con otros países latinoamericanos, caracterizada por la existencia de múltiples promesas y la escasa o nula materialización de la mayoría de ellas.
La relación bilateral es previa a la presidencia de Ahmadineyad y se remonta a la creación de la OPEP en 1960, lo que ha supuesto que durante décadas la relación se centrara preferentemente en el campo energético. Para Chávez, la OPEP tiene gran importancia y desde 2000 ha adoptado, junto con Irán, una política de altos precios del petróleo, posicionándose en contra de cualquier iniciativa para aumentar la oferta. Chávez busca consolidar un bloque de poder en la OPEP que evite que Arabia Saudí aumente la producción y baje los precios. Angola está en la órbita de Chávez y Ahmadineyad, que han conseguido alentar al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, para que vuelva a ser un socio activo de la OPEP, después de su salida en 1992, y les ayude a reforzar su posición interna. En la reciente cumbre de la OPEP celebrada en noviembre en Riad, se ha evidenciado la pretensión de Chávez de convertir al cartel petrolero en una herramienta política. Al mismo tiempo amenazó con disparar el precio del petróleo si EEUU ataca Irán, por su programa nuclear, o consuma sus amenazas contra Venezuela. Sudán y Bolivia, pese a no estar en la OPEP, también responden a las concepciones estratégicas en materia energética de Chávez y Ahmadineyad.
Irán y Venezuela son el segundo y cuarto productores de la OPEP y juntos producen el 9% mundial. En marzo de 2005, durante una visita del presidente Mohammad Jatami a Caracas se firmó un Memorando de Entendimiento para la Cooperación, Evaluación y Desarrollo de campos de petróleo y gas en Venezuela. Se buscaba la participación iraní en la explotación de crudos extra pesados de la Faja del Orinoco. Petróleos de Venezuela (PDVSA) y la iraní Petropars iniciaron el estudio de cuantificación y certificación de reservas, con una inversión de 4.000 millones de dólares. En la Faja del Orinoco se encuentran las mayores reservas de hidrocarburos del mundo, lo que refuerza su valor estratégico. Recientemente, el presidente Chávez forzó a las empresas extranjeras a renegociar las condiciones de permanencia y ante la negativa a plegarse a sus puntos de vista, las estadounidenses ExxonMobil y ConocoPhilips optaron por retirarse.
Pese a ser el segundo productor de petróleo de la OPEP, Irán importa el 40% de sus necesidades de gasolina, dada su limitada capacidad de refino. Por eso, Venezuela ha acordado venderle petróleo y ambos países se han unido para crear una compañía petrolera internacional, Venirogc, con una inversión inicial de 1.000 millones de dólares, según anunciaron en octubre de 2007. La nueva empresa actuará en terceros países y probablemente se registre antes de fin de año allí donde pueda evadir las sanciones norteamericanas. A la vista del alto grado de incumplimiento o demora en la mayoría de los acuerdos alcanzados, habrá que verificar en los hechos la plasmación efectiva de éste y tantos otros proyectos bilaterales similares.
Los aliados latinoamericanos
De la mano de Chávez, Irán ha reforzado sus lazos con Nicaragua, Bolivia y Ecuador. En enero de 2007, Nicaragua restableció relaciones diplomáticas con Irán tras 16 años de interrupción y, en abril de 2007, Daniel Ortega hizo oficial su apoyo al programa de enriquecimiento de uranio iraní. Teherán aprovechó la ocasión para manifestar su interés en invertir en Nicaragua, donde se comprometió a apoyar más de 30 proyectos económicos, energéticos y sociales, fundamentalmente en generación hidroeléctrica, un área crítica para el Gobierno sandinista, acuciado por la amenaza de una crisis energética.
Bolivia ratificó en septiembre de 2007 su alianza con Irán, basada en su común oposición a EEUU. Ambos Gobiernos firmaron un plan de cooperación por 1.100 millones de dólares para los próximos cinco años. Ante las críticas de la oposición interna, Morales se ha sentido obligado a defender su decisión “soberana” de abrir relaciones con Irán y ha calificado de “compañero revolucionario y hermano” a Ahmadineyad y afirmado que muchos bolivianos tenían “el sueño” de conocerlo. Especulando con las razones del interés iraní en Bolivia, algunas fuentes diplomáticas han apuntado a los yacimientos de materiales radiactivos. El diario La Prensa afirmó que los acuerdos bilaterales pueden incluir la explotación de litio y uranio en Potosí pero el Ministerio de Minería lo ha negado. Sin embargo, lo central pasa por el objetivo iraní de aumentar su círculo de amigos, y así la atención de Irán en Bolivia se relaciona con la amistad entre los presidentes Chávez y Morales y en el lobby venezolano en Bolivia. En esta misma línea se encuadra la visita de Ahmadineyad a Ecuador, en enero de 2007, para asistir a la toma de posesión de Rafael Correa. El caso ecuatoriano es más complejo que el de Bolivia y Nicaragua, ya que el presidente Correa no ha terminado de clarificar su relación con Venezuela.
Con anterioridad a Venezuela, Cuba fue el principal aliado de Irán en la región, ya que ambos compartían una agenda antiamericana y se enfrentan sanciones de EEUU. Cuba e Irán establecieron relaciones diplomáticas en 1979, el año de la revolución islámica. En mayo de 2001, Fidel Castro visitó Irán por primera vez y entonces afirmó sentirse como en casa y alabó la lucha antiimperialista iraní. Cuba se ha unido a Venezuela para defender “el derecho inalienable” de Irán de acceder a la energía nuclear. Como se señaló, en la votación de febrero de 2006, en el OIEA, Cuba fue uno de los tres países que votaron contra la resolución sobre el programa nuclear iraní, lo que Ahmadineyad agradeció públicamente.> El próximo encuentro que organizará Irán con sus socios latinoamericanos será en noviembre: una feria comercial con los países de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, y otros Estados invitados. A esto se suma la petición de Irán de ser un “miembro observador” del ALBA, el proceso que impulsó Hugo Chávez como respuesta al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas).
Los otros países latinoamericanos
La relación entre Brasil e Irán, se remonta a 2004, cuando ambos firmaron un Memorando de Entendimiento para fortalecer los intercambios comerciales y se mostraron dispuestos a cooperar en varias áreas, como la producción textil y la automotriz. Hasta ahora, la energía ha sido central en la cooperación bilateral. En julio de 2004, Petrobras firmó un contrato con la National Iranian Oil Company (NIOC) para explorar el bloque Tusan, en el sector marítimo del Golfo Pérsico iraní, junto con Repsol-YPF. Tras las sanciones aprobadas por el Consejo de Seguridad, el presidente Lula afirmó que Petrobras continuaría invirtiendo en Irán: “Petrobras va a continuar invirtiendo en la prospección petrolera en Irán. Teherán ha sido un importante socio comercial para Brasil”. Lula dijo además que Irán compra productos brasileños por valor de más de 1.000 millones de dólares y “nosotros creemos que el comercio, el comercio justo, es comprar y vender o vender y comprar, y no sólo vender”. Las relaciones entre ambos países se fortalecieron después que Brasil albergara la Cumbre Árabe-Sudamericana en mayo de 2005 y prestara mayor atención a los asuntos del Medio Oriente.
Brasil se adentró en el delicado terreno del enriquecimiento del uranio desarrollando un programa supervisado por el OIEA. Sudáfrica, Brasil y Argentina, los países en desarrollo de la Junta de Gobernadores del OIEA, plantearon algunas objeciones para adoptar una línea dura con Irán, temerosos de sentar un precedente aplicable a sus programas nucleares. No obstante, Brasil apoyó la opinión predominante de la Junta y votó a favor de remitir a Irán al Consejo de Seguridad en febrero de 2007. Sin embargo, Lula afirmó, tras su discurso en la Asamblea General de la ONU, en septiembre pasado, que Irán tiene derecho a desarrollar investigaciones nucleares pacíficas y no debería ser castigado sólo por sospechas occidentales de que desea construir la bomba atómica. Brasil mantiene cierta ambigüedad sobre el programa nuclear iraní, pero en general ha preferido mantenerse al margen de las discusiones sobre el programa nuclear y centrarse exclusivamente en el ámbito económico.
Con respecto a México, ambos países firmaron un Memorando de Entendimiento en febrero de 2005 para impulsar la cooperación en el sector del petróleo, gas y petroquímico. Las autoridades iraníes ya se han reunido con funcionarios de la empresa estatal PEMEX para alcanzar estas metas.
La relación entre Argentina e Irán está marcada por el caso AMIA. En julio de 1994 una explosión en el centro comunitario judío de Buenos Aires mató a 86 personas y dejó 200 heridos. Dos años antes, una explosión similar había destruido la embajada de Israel. Los fiscales argentinos han confirmado la responsabilidad directa de la organización terrorista Hezbolá y de altas autoridades iraníes como responsables intelectuales del ataque y pidieron a Interpol la captura de una serie de ex altos dirigentes iraníes, lo que acentuó la tensión entre los dos países. El caso AMIA también ha provocado tensiones con Chávez, aliado de Kirchner. El embajador de Venezuela en Buenos Aires, Roger Capella, fue sustituido por criticar a la justicia argentina en su petición de captura de varias personalidades iraníes y provocar un profundo malestar en el Gobierno argentino. Sin embargo, esto fue insuficiente para debilitar la relación bilateral entre Argentina y Venezuela, dado el peso de los petrodólares venezolanos. Durante el Gobierno de Kirchner, Argentina se aseguró el suministro de fuel oil venezolano en condiciones muy favorables y recibió ayuda financiera de Caracas. No obstante, la conflictividad entre Buenos Aires y Teherán quedó patente cuando Néstor Kirchner no asistió a la investidura de Rafael Correa para no encontrarse en Quito con Ahmadineyad. En la última Asamblea General de la ONU, el presidente argentino utilizó su discurso para pedir que Irán colabore en la investigación del atentado, lo que no cayó nada bien en el Gobierno de Teherán que respondió duramente. La duda en este punto es cuál sería la actitud del Gobierno de Kirchner ante Irán de no mediar el caso AMIA y la postura militante de la comunidad judía local.
Estados Unidos
EEUU ve con escepticismo cómo de la mano del comandante Chávez, Ahmadineyad afianza su presencia en América Latina. Si la mayor preocupación estadounidense respecto a Irán es el desarrollo de su programa nuclear, la principal inquietud sobre la intensificación de las relaciones de Teherán pasa por los apoyos que ha ido obteniendo en la región a sus ambiciones nucleares. Irán sólo tiene que reafirmar su discurso de que el propósito de su programa es civil y no militar y, por otro lado, tachar de mentirosos a EEUU, a sus aliados, y a algunos organismos internacionales que tienen firmes sospechas de que Teherán busca dotarse de armas nucleares. Como ya se ha comentado, tiene el apoyo firme de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Otros tantos países latinoamericanos apoyan el derecho inalienable de los Estados a desarrollar energía nuclear para uso pacífico, siempre bajo supervisión del OIEA, pero respaldan la forma de actuar de Teherán. A Irán no le he ido mal su estrategia si tenemos en cuenta el aislamiento internacional al que está sometido, pero el presidente venezolano no le puede abrir muchas más puertas en América Latina ya que su discurso confrontacional comienza a pasarle factura en el exterior.
“Cuando voy a Irán, Washington se pone malo”, dijo Chávez en su última visita oficial. EEUU trata de ignorar la retórica y las palabras altisonantes de Chávez y Ahmadineyad, ya que le preocupa más el consorcio que forman en la OPEP para controlar la oferta y mantener altos los precios del petróleo, así como la explotación de la Faja del Orinoco de la que se han excluido las grandes empresas norteamericanas. Más peligroso es que Ahmadineyad sea el mismo interlocutor que apoya las actividades de Hezbolá en Líbano y que pregona que Israel sea barrido del mapa. De ahí que EEUU se preocupe de manera creciente por las conexiones de Irán con actividades terroristas islamistas en América Latina, aunque la situación regional es menos delicada que en otras zonas. No obstante, se tiene constancia desde hace años de la presencia de miembros de Hezbolá (chiíes) y Hamás (suníes), entre otros grupos terroristas, en la Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay, donde acopian fondos y los canalizan hacia sus organizaciones matrices, además de reclutar simpatizantes. Así lo afirmaba en 2003 el Comando Sur (SOUTHCOM) de EEUU, que aseguraba que los grupos islamistas radicales podrían estar recibiendo entre 300 y 500 millones de dólares anuales procedentes del tráfico de drogas, el contrabando de armas y otras actividades ilegales. En marzo de 2007, el SOUTHCOM publicaba un nuevo plan estratégico para América Latina con una referencia explícita a la amenaza terrorista y a la detección de grupos radicales islámicos en la región. En mayo de 2007, la Cámara de Representantes de EEUU aprobó una resolución que expresa esta creciente inquietud y pidió a los países de la región que reforzaran su lucha contra este terrorismo. En la actualidad, no sólo se menciona a la Triple Frontera como refugio de grupos radicales islamistas, también se sospecha de Isla Margarita, Aruba y otros puntos del Caribe. Hezbolá y Hamás tienen oficinas en Caracas.
Según datos de la Organización Islámica para América Latina, en 2005 1.500.000 musulmanes vivían en Brasil y 700.000 en Argentina, siendo estos dos países los que acogen a mayor número de personas de esta procedencia. Según Mohammadali Ibrahim, director de la Liga Mundial Musulmana de Venezuela, en el país puede haber en la actualidad unos 500.000 árabes musulmanes. La mayoría de ellos, como en el resto de América Latina, son de origen libanés y sirio, aunque un gran número de nuevos musulmanes han abrazado el islam en toda la región. La tradicional división entre musulmanes chiíes y suníes también se mantiene en América Latina; sin embargo, si los suniés son mayoría frente a los chiíes en el resto del mundo –un 85% frente a un 15%– en muchos puntos de América Latina la proporción en de 50%-50%. La presencia iraní en la región comienza a mirar de forma cada vez más atenta a estos colectivos. La penetración islamista se ve además acompañada de propaganda antisemita a través de libros con financiación extranjera, con claros ejemplos en Bolivia y Venezuela, y en la que queda patente la influencia iraní.
Conclusiones
Poco a poco la comunidad internacional y en especial EEUU empiezan a tomar nota de la creciente presencia de Irán en América Latina de la mano del Gobierno venezolano. Aislada internacionalmente debido a sus ambiciones nucleares, Irán busca intensamente apoyos diplomáticos y, gracias a Chávez, puede sumar al incondicional respaldo de Venezuela y Cuba el de Bolivia y Nicaragua. Parece difícil que agregue muchos más apoyos debido no sólo a la crítica situación en la que se encuentra Teherán sino porque su principal socio en la región, el presidente venezolano, también va perdiendo apoyos y, como se vio en la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile, su aislamiento regional es creciente. De ahí que comience a sonar con mayor insistencia, aunque todavía no de forma contundente, el rechazo a que Chávez distorsione la relación entre EEUU y América Latina gracias a su pretensión de introducir a Irán en la región y temas de la agenda global que hasta ahora habían permanecido al margen de la agenda hemisférica. Una primera reacción se constata en las conversaciones mantenidas por la presidenta electa de Argentina, Cristina Kirchner, con el presidente Lula, para negociar un acuerdo de libre comercio entre Mercosur y Brasil.
Las relaciones diplomáticas sin duda se han intensificado, pero las económicas han avanzado muy poco a pesar del anuncio de numerosos acuerdos de cooperación bilaterales entre Irán y varios países de América Latina a lo largo de los dos últimos años. Este hecho afianza la afirmación de que se trata de alianzas y relaciones principalmente políticas donde la retórica ejerce el protagonismo y los logros económicos están tardando más tiempo en madurar. El tema energético sigue siendo importante aunque no es nuevo, ya que Irán y Venezuela son destacados miembros de la OPEP, pero están intentando consolidar un bloque de poder dentro de la organización y mantener altos los precios del petróleo. Lo que está despertando una creciente inquietud es la gradual presencia de actividades terroristas islamistas en varios puntos de la región. EEUU, para quien América Latina es una de sus tradicionales esferas de influencia, ha hecho énfasis en este aspecto, que aún es muy reducido si lo comparamos con otras zonas del mundo. Los estadounidenses, sin embargo, siguen centrados en frenar las ambiciones nucleares de Ahmadineyad y ésa es su principal preocupación.
El pasado mes de septiembre, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, visitó por última vez América Latina en el lapso de pocos meses. Tras asistir a la 62 Asamblea General de la ONU, pasó por Venezuela, donde firmó tres convenios de cooperación en el terreno energético, industrial y de entendimiento mutuo. Después de Caracas, Ahmadineyad viajó a Bolivia en un avión venezolano. En La Paz permaneció unas horas para reunirse con el presidente Evo Morales y establecer relaciones diplomáticas entre ambos países. Era la tercera vez que Ahmadineyad visitaba la región desde su elección hace dos años atrás y siempre de la mano del presidente Chávez.
Era un paso más en la construcción de relaciones sólidas entre Irán y algunos países latinoamericanos, de ahí la pregunta de qué busca Irán en América Latina. El acercamiento iraní a América Latina, especialmente en los dos últimos años, busca nuevos aliados diplomáticos que le permitan aumentar su reconocimiento internacional en tanto potencia regional y romper el aislamiento internacional al que está sometido por su programa de enriquecimiento de uranio y el temor internacional ante su intento de construir el arma atómica. Es evidente que en la apuesta iraní por América Latina también hay elementos económicos y no se deben olvidar algunas cuestiones de política interna. Ahmadineyad ha elegido el mejor momento para impulsar esta línea política, ya que sus planteamientos encuentran eco, respaldo y comprensión en unos dirigentes regionales contrarios a EEUU y a la hegemonía de Occidente. A esto se suma otro hecho importante, el valor más que simbólico de tener como potenciales aliados a unos países muy cercanos a EEUU. Así puede contestar la influencia de Washington en su patio trasero, mientras la atención norteamericana se centra en otras zonas del planeta.
En numerosas ocasiones, altos cargos políticos iraníes han dejado claros sus objetivos para profundizar sus relaciones con ciertos países latinoamericanos. En septiembre de 2007, el viceministro de Orientación Islámica para Asuntos Cinematográficos, Mohammad Reza Yaafari Yelve, dijo: “La ampliación y profundización de las relaciones culturales de países como Irán y Venezuela, que tienen un rico acervo cultural y una historia antigua, es la manera más efectiva de enfrentarse a la actuales agresiones de EEUU”. Pese a que no se parte de una misma identidad religiosa, sus impulsores tienen claro que la lucha iraní contra la hegemonía estadounidense debe extenderse a todos los campos (cultura, educación, economía, defensa o política), un terreno donde la complicidad de Venezuela es esencial.
Los datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) ponen de relieve los endebles lazos comerciales que vinculan a ambas partes. América Latina está prácticamente ausente del comercio exterior iraní. Según la OMC, en 2005 Irán exportó 56.252 millones de dólares en mercancías. El 90,3% corresponde a “combustibles y minerales” y el principal destino es Japón (28,4%), seguido de la UE (20,9%) y Taiwán (10,2%). Irán importa 38.238 millones de dólares en mercancías, el 80% manufacturas de la UE (41,1%), Emiratos Árabes Unidos (18,8%) y China (6,1%). Algo similar se puede decir de la inversión extranjera directa (IED), aunque algunos de los convenios recientes, especialmente con Venezuela, buscan aumentar la inversión productiva, y no sólo en el sector energético. De todos modos, pese a su modestia, no se pueden dejar de lado las cuestiones económicas en este acercamiento iraní a América Latina.
Los viajes de Ahmadineyad han dado sus frutos y cumplido algunos de sus objetivos. De este modo ha sumado apoyos a su programa nuclear, ha aumentado su círculo de amigos y ha adquirido un mayor protagonismo en la OPEP. En septiembre de 2005, en una reunión de la Junta de Gobernadores del OIEA, Venezuela fue el único país que votó contra la resolución que permitía remitir el programa nuclear iraní al Consejo de Seguridad. En febrero siguiente, una nueva resolución de la Junta de Gobernadores que envió de facto el dossier iraní al Consejo de Seguridad, fue votada en contra por Venezuela, Cuba y Siria. Cuba, que estaba organizando la Cumbre del Movimiento de los Países No Alineados (MPNA), se sumaba a Venezuela en su apoyo activo a las políticas iraníes de desarrollo nuclear y enfrentamiento a la ONU.
Tras la Cumbre de La Habana del MPNA, en septiembre de 2006, altas autoridades cubanas y venezolanas subrayaron su apoyo y el del MPNA a Irán. La afirmación es delicada, ya que entre los no alineados, junto a Venezuela, Cuba e Irán, hay otros países latinoamericanos como Colombia, Chile, Perú y Panamá, con una postura diferente, aunque gracias a la labor cubana, la declaración final de la Cumbre reafirma “el derecho fundamental e inalienable de todos los Estados a desarrollar la investigación, producción y utilización de la energía nuclear con fines pacíficos”, pero también exhorta “a Irán a continuar cooperando con el OIEA, con carácter urgente y de manera activa y plena”. El apoyo del MPNA es más matizado y tiene algunas diferencias al de Venezuela y Cuba y, más recientemente, al de Nicaragua y Bolivia.
Además de los viajes de Ahmadineyad a Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, éste ha recibido en Teherán a varios presidentes latinoamericanos de manera individual y colectiva. En febrero de 2007 el Gobierno iraní organizó en el Instituto de Estudios Políticos Internacionales del Ministerio de Asuntos Exteriores, la primera Conferencia Internacional sobre América Latina: “Desarrollo en América Latina: su papel y su estatus en el futuro sistema internacional”. Según las notas de prensa, participaron parlamentarios de Argentina, Colombia, Venezuela, Cuba, Brasil, Uruguay, Ecuador, Italia, Rusia y China, aunque se desconoce el contenido de las reuniones y sus conclusiones. Cuatro meses más tarde, en junio, se celebró el primer Congreso Internacional de Literatura Latinoamericana en Teherán e Isfahan, para reforzar el propósito iraní de extender lazos a todos los ámbitos latinoamericanos posibles. Desde esta perspectiva, el frente diplomático es esencial. Por eso, otra forma del acercamiento iraní a América Latina es la reapertura de embajadas en Chile, Colombia, Ecuador, Nicaragua y Uruguay y el establecimiento de relaciones (con la apertura de nueva sede) con Bolivia. A comienzos de 2007, Irán ya tenía embajadas en Cuba, Venezuela, México, Brasil y Argentina. También se ha inaugurado una línea aérea entre Teherán y Caracas, vía Damasco, para mejorar las comunicaciones entre ambos lados.
Venezuela
Las relaciones entre América Latina e Irán se centran en la relación estrecha entre Ahmadineyad y su “hermano” Hugo Chávez. Caracas y Teherán, por diferentes motivos, buscan debilitar a EEUU. Con este objetivo el presidente Chávez ha mostrado pública y reiteradamente su interés por impulsar la tecnología nuclear para usos pacíficos, como hizo en ocasión de su último viaje a Irán. Tras su ingreso en Mercosur llegó a apoyar el desarrollo de un programa de energía nuclear en la región, aunque los rumores sobre la búsqueda de acuerdos nucleares con Brasil o Argentina nunca se materializaron. Pese a la repercusión que la noticia tuvo en medios parlamentarios de EEUU, la posibilidad de que Venezuela desarrolle en el medio plazo un programa nuclear y que se transforme en una potencial amenaza para los EEUU es remota, y por eso no sería conveniente que el tema incidiera en la agenda de las relaciones entre EEUU y América Latina.
La agenda antiamericana de Chávez, de por sí de gran ayuda para los dirigentes iraníes, también les ha permitido acceder a Daniel Ortega, Evo Morales y Rafael Correa, los aliados de Venezuela. Desde que Chávez accedió al poder comenzó a cortejar a las autoridades iraníes y en mayo de 2001 visitó Teherán por primera vez. Entonces firmó un Memorando de Entendimiento, que un año después propició el establecimiento de una comisión mixta de alto nivel para la cooperación bilateral en materia política, económica, científica, tecnológica y cultural. Desde entonces, ha trascendido la firma de innumerables acuerdos y memorandos de entendimiento en prácticamente todos los sectores. Las relaciones entre ambos países se han intensificado desde 2005 con la llegada de Ahmadineyad. El presidente Chávez estuvo por última vez en Teherán el pasado19 de noviembre, en una estancia de cinco horas. Era la undécima vez que Chávez y Ahmadineyad se veían, la cuarta visita de Chávez a Irán en dos años y su sexta visita oficial a ese país desde que asumió la presidencia en 1999.
Chávez cambió el nombre de una de las principales avenidas de Caracas por “Avenida de Teherán”. Ambos mandatarios tienen mucho en común (una encendida retórica y un vigoroso talento oratorio), se admiran profundamente y califican al otro como “campeón contra el imperialismo”. No es extraño que sus declaraciones conjuntas reiteren el “compromiso de luchar y promover acciones políticas en contra del imperialismo, en aras de garantizar un mayor equilibrio y democratización de las relaciones internacionales, bajo los principios de justicia, equidad, solidaridad y bienestar de los pueblos del mundo”. Les gustan los grandes titulares. En julio de 2007 se anunció con mucha pompa el establecimiento de un fondo estratégico binacional de 2.000 millones de dólares. En los últimos dos años, se han firmado más de 150 acuerdos y convenios por un valor superior a los 20.000 millones de dólares, que afectan a la siderurgia, la minería, la construcción, la industria petroquímica y farmacéutica, la automoción, el sector agrícola y la industria petrolera. En la mayoría de las áreas la cooperación busca crear empresas mixtas y formar trabajadores. Sin embargo, la materialización de todos los acuerdos es difícil de certificar, ya que algunas de las iniciativas, pocas, se han cumplido, otras están en vías de ejecución y la mayoría no ha pasado de lo estipulado en los papeles. En este sentido, la relación de Chávez con Irán no difiere de la que mantiene con otros países latinoamericanos, caracterizada por la existencia de múltiples promesas y la escasa o nula materialización de la mayoría de ellas.
La relación bilateral es previa a la presidencia de Ahmadineyad y se remonta a la creación de la OPEP en 1960, lo que ha supuesto que durante décadas la relación se centrara preferentemente en el campo energético. Para Chávez, la OPEP tiene gran importancia y desde 2000 ha adoptado, junto con Irán, una política de altos precios del petróleo, posicionándose en contra de cualquier iniciativa para aumentar la oferta. Chávez busca consolidar un bloque de poder en la OPEP que evite que Arabia Saudí aumente la producción y baje los precios. Angola está en la órbita de Chávez y Ahmadineyad, que han conseguido alentar al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, para que vuelva a ser un socio activo de la OPEP, después de su salida en 1992, y les ayude a reforzar su posición interna. En la reciente cumbre de la OPEP celebrada en noviembre en Riad, se ha evidenciado la pretensión de Chávez de convertir al cartel petrolero en una herramienta política. Al mismo tiempo amenazó con disparar el precio del petróleo si EEUU ataca Irán, por su programa nuclear, o consuma sus amenazas contra Venezuela. Sudán y Bolivia, pese a no estar en la OPEP, también responden a las concepciones estratégicas en materia energética de Chávez y Ahmadineyad.
Irán y Venezuela son el segundo y cuarto productores de la OPEP y juntos producen el 9% mundial. En marzo de 2005, durante una visita del presidente Mohammad Jatami a Caracas se firmó un Memorando de Entendimiento para la Cooperación, Evaluación y Desarrollo de campos de petróleo y gas en Venezuela. Se buscaba la participación iraní en la explotación de crudos extra pesados de la Faja del Orinoco. Petróleos de Venezuela (PDVSA) y la iraní Petropars iniciaron el estudio de cuantificación y certificación de reservas, con una inversión de 4.000 millones de dólares. En la Faja del Orinoco se encuentran las mayores reservas de hidrocarburos del mundo, lo que refuerza su valor estratégico. Recientemente, el presidente Chávez forzó a las empresas extranjeras a renegociar las condiciones de permanencia y ante la negativa a plegarse a sus puntos de vista, las estadounidenses ExxonMobil y ConocoPhilips optaron por retirarse.
Pese a ser el segundo productor de petróleo de la OPEP, Irán importa el 40% de sus necesidades de gasolina, dada su limitada capacidad de refino. Por eso, Venezuela ha acordado venderle petróleo y ambos países se han unido para crear una compañía petrolera internacional, Venirogc, con una inversión inicial de 1.000 millones de dólares, según anunciaron en octubre de 2007. La nueva empresa actuará en terceros países y probablemente se registre antes de fin de año allí donde pueda evadir las sanciones norteamericanas. A la vista del alto grado de incumplimiento o demora en la mayoría de los acuerdos alcanzados, habrá que verificar en los hechos la plasmación efectiva de éste y tantos otros proyectos bilaterales similares.
Los aliados latinoamericanos
De la mano de Chávez, Irán ha reforzado sus lazos con Nicaragua, Bolivia y Ecuador. En enero de 2007, Nicaragua restableció relaciones diplomáticas con Irán tras 16 años de interrupción y, en abril de 2007, Daniel Ortega hizo oficial su apoyo al programa de enriquecimiento de uranio iraní. Teherán aprovechó la ocasión para manifestar su interés en invertir en Nicaragua, donde se comprometió a apoyar más de 30 proyectos económicos, energéticos y sociales, fundamentalmente en generación hidroeléctrica, un área crítica para el Gobierno sandinista, acuciado por la amenaza de una crisis energética.
Bolivia ratificó en septiembre de 2007 su alianza con Irán, basada en su común oposición a EEUU. Ambos Gobiernos firmaron un plan de cooperación por 1.100 millones de dólares para los próximos cinco años. Ante las críticas de la oposición interna, Morales se ha sentido obligado a defender su decisión “soberana” de abrir relaciones con Irán y ha calificado de “compañero revolucionario y hermano” a Ahmadineyad y afirmado que muchos bolivianos tenían “el sueño” de conocerlo. Especulando con las razones del interés iraní en Bolivia, algunas fuentes diplomáticas han apuntado a los yacimientos de materiales radiactivos. El diario La Prensa afirmó que los acuerdos bilaterales pueden incluir la explotación de litio y uranio en Potosí pero el Ministerio de Minería lo ha negado. Sin embargo, lo central pasa por el objetivo iraní de aumentar su círculo de amigos, y así la atención de Irán en Bolivia se relaciona con la amistad entre los presidentes Chávez y Morales y en el lobby venezolano en Bolivia. En esta misma línea se encuadra la visita de Ahmadineyad a Ecuador, en enero de 2007, para asistir a la toma de posesión de Rafael Correa. El caso ecuatoriano es más complejo que el de Bolivia y Nicaragua, ya que el presidente Correa no ha terminado de clarificar su relación con Venezuela.
Con anterioridad a Venezuela, Cuba fue el principal aliado de Irán en la región, ya que ambos compartían una agenda antiamericana y se enfrentan sanciones de EEUU. Cuba e Irán establecieron relaciones diplomáticas en 1979, el año de la revolución islámica. En mayo de 2001, Fidel Castro visitó Irán por primera vez y entonces afirmó sentirse como en casa y alabó la lucha antiimperialista iraní. Cuba se ha unido a Venezuela para defender “el derecho inalienable” de Irán de acceder a la energía nuclear. Como se señaló, en la votación de febrero de 2006, en el OIEA, Cuba fue uno de los tres países que votaron contra la resolución sobre el programa nuclear iraní, lo que Ahmadineyad agradeció públicamente.> El próximo encuentro que organizará Irán con sus socios latinoamericanos será en noviembre: una feria comercial con los países de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, y otros Estados invitados. A esto se suma la petición de Irán de ser un “miembro observador” del ALBA, el proceso que impulsó Hugo Chávez como respuesta al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas).
Los otros países latinoamericanos
La relación entre Brasil e Irán, se remonta a 2004, cuando ambos firmaron un Memorando de Entendimiento para fortalecer los intercambios comerciales y se mostraron dispuestos a cooperar en varias áreas, como la producción textil y la automotriz. Hasta ahora, la energía ha sido central en la cooperación bilateral. En julio de 2004, Petrobras firmó un contrato con la National Iranian Oil Company (NIOC) para explorar el bloque Tusan, en el sector marítimo del Golfo Pérsico iraní, junto con Repsol-YPF. Tras las sanciones aprobadas por el Consejo de Seguridad, el presidente Lula afirmó que Petrobras continuaría invirtiendo en Irán: “Petrobras va a continuar invirtiendo en la prospección petrolera en Irán. Teherán ha sido un importante socio comercial para Brasil”. Lula dijo además que Irán compra productos brasileños por valor de más de 1.000 millones de dólares y “nosotros creemos que el comercio, el comercio justo, es comprar y vender o vender y comprar, y no sólo vender”. Las relaciones entre ambos países se fortalecieron después que Brasil albergara la Cumbre Árabe-Sudamericana en mayo de 2005 y prestara mayor atención a los asuntos del Medio Oriente.
Brasil se adentró en el delicado terreno del enriquecimiento del uranio desarrollando un programa supervisado por el OIEA. Sudáfrica, Brasil y Argentina, los países en desarrollo de la Junta de Gobernadores del OIEA, plantearon algunas objeciones para adoptar una línea dura con Irán, temerosos de sentar un precedente aplicable a sus programas nucleares. No obstante, Brasil apoyó la opinión predominante de la Junta y votó a favor de remitir a Irán al Consejo de Seguridad en febrero de 2007. Sin embargo, Lula afirmó, tras su discurso en la Asamblea General de la ONU, en septiembre pasado, que Irán tiene derecho a desarrollar investigaciones nucleares pacíficas y no debería ser castigado sólo por sospechas occidentales de que desea construir la bomba atómica. Brasil mantiene cierta ambigüedad sobre el programa nuclear iraní, pero en general ha preferido mantenerse al margen de las discusiones sobre el programa nuclear y centrarse exclusivamente en el ámbito económico.
Con respecto a México, ambos países firmaron un Memorando de Entendimiento en febrero de 2005 para impulsar la cooperación en el sector del petróleo, gas y petroquímico. Las autoridades iraníes ya se han reunido con funcionarios de la empresa estatal PEMEX para alcanzar estas metas.
La relación entre Argentina e Irán está marcada por el caso AMIA. En julio de 1994 una explosión en el centro comunitario judío de Buenos Aires mató a 86 personas y dejó 200 heridos. Dos años antes, una explosión similar había destruido la embajada de Israel. Los fiscales argentinos han confirmado la responsabilidad directa de la organización terrorista Hezbolá y de altas autoridades iraníes como responsables intelectuales del ataque y pidieron a Interpol la captura de una serie de ex altos dirigentes iraníes, lo que acentuó la tensión entre los dos países. El caso AMIA también ha provocado tensiones con Chávez, aliado de Kirchner. El embajador de Venezuela en Buenos Aires, Roger Capella, fue sustituido por criticar a la justicia argentina en su petición de captura de varias personalidades iraníes y provocar un profundo malestar en el Gobierno argentino. Sin embargo, esto fue insuficiente para debilitar la relación bilateral entre Argentina y Venezuela, dado el peso de los petrodólares venezolanos. Durante el Gobierno de Kirchner, Argentina se aseguró el suministro de fuel oil venezolano en condiciones muy favorables y recibió ayuda financiera de Caracas. No obstante, la conflictividad entre Buenos Aires y Teherán quedó patente cuando Néstor Kirchner no asistió a la investidura de Rafael Correa para no encontrarse en Quito con Ahmadineyad. En la última Asamblea General de la ONU, el presidente argentino utilizó su discurso para pedir que Irán colabore en la investigación del atentado, lo que no cayó nada bien en el Gobierno de Teherán que respondió duramente. La duda en este punto es cuál sería la actitud del Gobierno de Kirchner ante Irán de no mediar el caso AMIA y la postura militante de la comunidad judía local.
Estados Unidos
EEUU ve con escepticismo cómo de la mano del comandante Chávez, Ahmadineyad afianza su presencia en América Latina. Si la mayor preocupación estadounidense respecto a Irán es el desarrollo de su programa nuclear, la principal inquietud sobre la intensificación de las relaciones de Teherán pasa por los apoyos que ha ido obteniendo en la región a sus ambiciones nucleares. Irán sólo tiene que reafirmar su discurso de que el propósito de su programa es civil y no militar y, por otro lado, tachar de mentirosos a EEUU, a sus aliados, y a algunos organismos internacionales que tienen firmes sospechas de que Teherán busca dotarse de armas nucleares. Como ya se ha comentado, tiene el apoyo firme de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Otros tantos países latinoamericanos apoyan el derecho inalienable de los Estados a desarrollar energía nuclear para uso pacífico, siempre bajo supervisión del OIEA, pero respaldan la forma de actuar de Teherán. A Irán no le he ido mal su estrategia si tenemos en cuenta el aislamiento internacional al que está sometido, pero el presidente venezolano no le puede abrir muchas más puertas en América Latina ya que su discurso confrontacional comienza a pasarle factura en el exterior.
“Cuando voy a Irán, Washington se pone malo”, dijo Chávez en su última visita oficial. EEUU trata de ignorar la retórica y las palabras altisonantes de Chávez y Ahmadineyad, ya que le preocupa más el consorcio que forman en la OPEP para controlar la oferta y mantener altos los precios del petróleo, así como la explotación de la Faja del Orinoco de la que se han excluido las grandes empresas norteamericanas. Más peligroso es que Ahmadineyad sea el mismo interlocutor que apoya las actividades de Hezbolá en Líbano y que pregona que Israel sea barrido del mapa. De ahí que EEUU se preocupe de manera creciente por las conexiones de Irán con actividades terroristas islamistas en América Latina, aunque la situación regional es menos delicada que en otras zonas. No obstante, se tiene constancia desde hace años de la presencia de miembros de Hezbolá (chiíes) y Hamás (suníes), entre otros grupos terroristas, en la Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay, donde acopian fondos y los canalizan hacia sus organizaciones matrices, además de reclutar simpatizantes. Así lo afirmaba en 2003 el Comando Sur (SOUTHCOM) de EEUU, que aseguraba que los grupos islamistas radicales podrían estar recibiendo entre 300 y 500 millones de dólares anuales procedentes del tráfico de drogas, el contrabando de armas y otras actividades ilegales. En marzo de 2007, el SOUTHCOM publicaba un nuevo plan estratégico para América Latina con una referencia explícita a la amenaza terrorista y a la detección de grupos radicales islámicos en la región. En mayo de 2007, la Cámara de Representantes de EEUU aprobó una resolución que expresa esta creciente inquietud y pidió a los países de la región que reforzaran su lucha contra este terrorismo. En la actualidad, no sólo se menciona a la Triple Frontera como refugio de grupos radicales islamistas, también se sospecha de Isla Margarita, Aruba y otros puntos del Caribe. Hezbolá y Hamás tienen oficinas en Caracas.
Según datos de la Organización Islámica para América Latina, en 2005 1.500.000 musulmanes vivían en Brasil y 700.000 en Argentina, siendo estos dos países los que acogen a mayor número de personas de esta procedencia. Según Mohammadali Ibrahim, director de la Liga Mundial Musulmana de Venezuela, en el país puede haber en la actualidad unos 500.000 árabes musulmanes. La mayoría de ellos, como en el resto de América Latina, son de origen libanés y sirio, aunque un gran número de nuevos musulmanes han abrazado el islam en toda la región. La tradicional división entre musulmanes chiíes y suníes también se mantiene en América Latina; sin embargo, si los suniés son mayoría frente a los chiíes en el resto del mundo –un 85% frente a un 15%– en muchos puntos de América Latina la proporción en de 50%-50%. La presencia iraní en la región comienza a mirar de forma cada vez más atenta a estos colectivos. La penetración islamista se ve además acompañada de propaganda antisemita a través de libros con financiación extranjera, con claros ejemplos en Bolivia y Venezuela, y en la que queda patente la influencia iraní.
Conclusiones
Poco a poco la comunidad internacional y en especial EEUU empiezan a tomar nota de la creciente presencia de Irán en América Latina de la mano del Gobierno venezolano. Aislada internacionalmente debido a sus ambiciones nucleares, Irán busca intensamente apoyos diplomáticos y, gracias a Chávez, puede sumar al incondicional respaldo de Venezuela y Cuba el de Bolivia y Nicaragua. Parece difícil que agregue muchos más apoyos debido no sólo a la crítica situación en la que se encuentra Teherán sino porque su principal socio en la región, el presidente venezolano, también va perdiendo apoyos y, como se vio en la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile, su aislamiento regional es creciente. De ahí que comience a sonar con mayor insistencia, aunque todavía no de forma contundente, el rechazo a que Chávez distorsione la relación entre EEUU y América Latina gracias a su pretensión de introducir a Irán en la región y temas de la agenda global que hasta ahora habían permanecido al margen de la agenda hemisférica. Una primera reacción se constata en las conversaciones mantenidas por la presidenta electa de Argentina, Cristina Kirchner, con el presidente Lula, para negociar un acuerdo de libre comercio entre Mercosur y Brasil.
Las relaciones diplomáticas sin duda se han intensificado, pero las económicas han avanzado muy poco a pesar del anuncio de numerosos acuerdos de cooperación bilaterales entre Irán y varios países de América Latina a lo largo de los dos últimos años. Este hecho afianza la afirmación de que se trata de alianzas y relaciones principalmente políticas donde la retórica ejerce el protagonismo y los logros económicos están tardando más tiempo en madurar. El tema energético sigue siendo importante aunque no es nuevo, ya que Irán y Venezuela son destacados miembros de la OPEP, pero están intentando consolidar un bloque de poder dentro de la organización y mantener altos los precios del petróleo. Lo que está despertando una creciente inquietud es la gradual presencia de actividades terroristas islamistas en varios puntos de la región. EEUU, para quien América Latina es una de sus tradicionales esferas de influencia, ha hecho énfasis en este aspecto, que aún es muy reducido si lo comparamos con otras zonas del mundo. Los estadounidenses, sin embargo, siguen centrados en frenar las ambiciones nucleares de Ahmadineyad y ésa es su principal preocupación.
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